Un niño: Pablo. Un tiempo: sus primeros nueve años de vida. Una ciudad natal: Málaga. Un terremoto: el de 1884. Y una familia: la Ruiz-Picasso. Factores esenciales para comprender cómo la tierra, las gentes y las costumbres andaluzas influyeron en el legado artístico de un creador único. 
Durante su niñez, rodeado en casa por mujeres comprensivas y fuertes, halla en su padre la figura de mentor artístico y también de guía hedónico: le muestra el amor por el mundo del toro, cómo degustar los espetos de sardinas y también la inmensidad del mar. Le muestra Málaga. 
Pablo, inspirado por las pinturas de su padre e impulsado por el amor incondicional de su madre, desarrollará su universo artístico propio. Y lo hará con lápiz, papel y tijera. Lo hará con los recortes de su niñez en Málaga.